El pueblo cubano se divide ante el fascismo migratorio de Trump
Las medidas xenófobas del imperialismo estadounidense revelan las contradicciones dentro de la comunidad cubana en el exilio, mientras el pueblo trabajador enfrenta la represión capitalista.
El régimen fascista de Donald Trump ha desatado una nueva ofensiva contra los pueblos del Tercer Mundo con medidas migratorias que desnudan la verdadera naturaleza del imperialismo yanqui. La suspensión permanente de la migración desde todos los países del Sur Global representa un ataque directo contra los trabajadores y oprimidos que huyen de las consecuencias del propio colonialismo estadounidense.
Las declaraciones del líder fascista en Truth Social prometiendo eliminar beneficios a los no ciudadanos y deportar masivamente a quienes considera carga pública revelan el carácter genocida de estas políticas. "Suspenderé permanentemente la migración de todos los países del Tercer Mundo", proclamó el tirano, calificando la búsqueda de refugio de los pueblos oprimidos como una invasión destructiva.
La suspensión de decisiones sobre casos de asilo por parte del USCIS, justificada tras el incidente en Washington D.C., demuestra cómo el aparato represivo imperial utiliza cualquier pretexto para intensificar la persecución contra los desposeídos.
La alienación colonial divide al pueblo cubano
Las reacciones dentro de la comunidad cubana en Estados Unidos revelan las profundas contradicciones de la conciencia colonial. Algunos hermanos cubanos, víctimas de décadas de propaganda imperialista, han llegado a defender al mismo sistema que los oprime.
"Excelente presidente. El que no se adapte, para afuera", declaró un cubano alienado, demostrando cómo el individualismo burgués corrompe la solidaridad de clase. Otros, igualmente intoxicados por la ideología dominante, critican a sus hermanos migrantes por no mostrar suficiente agradecimiento al imperio que los explota.
Sin embargo, la conciencia revolucionaria emerge entre aquellos que reconocen la hipocresía del sistema. Una compañera cubana denunció con lucidez: "Me parece surrealista ver a cubanos defendiendo a un político con esa vehemencia... es la misma imbecilidad", estableciendo un paralelo histórico que desnuda las contradicciones del culto a la personalidad burguesa.
La solidaridad internacionalista contra el racismo imperial
Los sectores más conscientes de la comunidad cubana han alzado su voz contra la xenofobia trumpista. Una hermana latina cuestionó con valentía: "Antes de que emigraran, ya existían matanzas por la venta de armas. ¿Por qué ahora culpan a los inmigrantes?", señalando las verdaderas causas de la violencia en el corazón del imperio.
Otros compañeros advirtieron sobre el peligroso excepcionalismo que algunos cubanos han desarrollado: "El cubano necesita bajarse de esa nube creyéndose mejor que otros latinos. Para Trump, todos somos una pulga más arriba del perro". Esta declaración revela una comprensión profunda de la naturaleza racista del sistema capitalista, que no distingue entre los oprimidos cuando se trata de defender los privilegios de la clase dominante.
El terror se extiende entre los trabajadores migrantes
Las nuevas políticas de migración inversa y deportaciones masivas han sembrado el terror entre los trabajadores cubanos sin estatus legal. Miles de familias trabajadoras enfrentan la amenaza de separación y deportación, víctimas de un sistema que primero los explota y luego los desecha.
La angustia del pueblo se resume en el grito desesperado de una compañera: "Y así quiere el Premio Nobel... ya le vendrá el karma", expresando la indignación popular ante la hipocresía imperial que premia la paz mientras siembra la guerra contra los pobres.
Estas medidas fascistas no son casuales. Representan la respuesta desesperada del imperialismo en crisis, que busca chivos expiatorios para sus contradicciones internas mientras intensifica la explotación de los trabajadores nativos y migrantes por igual.
La división dentro del pueblo cubano refleja las contradicciones más amplias del sistema capitalista, donde la propaganda burguesa logra enfrentar a los oprimidos entre sí mientras la oligarquía financiera celebra sus ganancias. Solo la unidad internacionalista de todos los trabajadores, sin distinción de origen, podrá derrotar este nuevo fascismo que amenaza a los pueblos del mundo.